Aunque por estos rincones del blog solemos estar muy ocupados con cosas súper importantes como la paz mundial o si preferiríamos ser atacados por un zombi o mordidos por un vampiro, de vez en cuando hacemos una pausa para reflexionar sobre asuntos aún más importantes. Porque… ¿quién no se ha planteado alguna vez qué superpoder tendría si pudiera escoger?
Pero para asegurarnos de que estamos todos hablando de lo mismo, empecemos definiendo qué entendemos por “superpoder”.
En principio no existe una definición exacta de cómo se supone que debe ser un superpoder. Según la Wikipedia, superfuente del conocimiento para muchos, popularmente se utiliza este término para describir “una habilidad excepcional que supera cualquier capacidad humana o una habilidad que ningún humano posee”. Pues eso, los superpoderes son habilidades que los meros mortales no poseemos. Normalmente son los superhéroes los que tienen superpoderes pero también se da el caso de humanos con habilidades sobrehumanas gracias a haberse caído en una marmita o a haberse metido en la radiación de rayos gamma equivocada (Obélix y La Masa respectivamente). Otras veces el poder les viene dado al llevar ciertos objetos (piensa en la armadura de Iron Man o el anillo en el caso de Linterna Verde).
Una encuesta informal entre amigos y conocidos ha puesto en el tablero superpoderes de todo tipo. Volar, ser invisible, la telepatía, el poder de teletransportarse, el don de la omnipresencia. Estos son superpoderes típicos y como tales se han mencionado muchas veces. Pero también nos hemos encontrado con otro tipo de superpoderes que no por cumplir las leyes de la física dejan de ser dignos de mención. A saber: llegar a fin de mes con alegría, tener una capacidad infinita para el conocimiento, absorber un libro entero solo con tocarlo, ser ministro o tener el pelo de Pablo Alborán o de El Puma, entre otros.
Incluso el mismísimo presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, se ha hecho esta pregunta alguna vez. O si no se la ha hecho él directamente, sí que se la han hecho durante la campaña electoral. Para que veas que no mentimos cuando decimos que dedicamos nuestro tiempo a asuntos muy importantes. ¿Y qué superpoder le gustaría tener al hombre más poderoso del mundo? Pues el de ser capaz de comunicarse en cualquier idioma. Poder leer, escribir y hablar en cualquier lengua del mundo. No está mal su superpoder, Mr. President, no está mal. Pero los idiomas se pueden aprender y ya hay gente por ahí que sabe tantos idiomas como entradas hay en el diccionario. O casi.
Alguien razonaba su superpoder de “ser sordo a voluntad” de la siguiente manera: podrías apagar tu oído cuando al vecino le da por hacer bricolaje un martes a las doce de la noche o poner la lavadora a las seis de la mañana el sábado. Podrías desconectar tu oído cuando entras en una tienda y te reciben con una música electrónica atronadora. Podrías no tener que escuchar todo lo que se dice en esas reuniones larguíííííííísimas y poco productivas en las que la mayor parte del tiempo se pasa repitiendo las mismas dos ideas —y a veces una sola— hasta que todo el mundo ha dicho “resumiendo”, seguido de más repeticiones. Podrías ser sordo durante las pausas publicitarias o mientras intentas concentrarte y el tráfico de la calle se te mete hasta lo más hondo de tu tímpano. De nuevo, no está mal.
Pero el mejor superpoder de todos es el que se ha pedido un amigo nuestro: Absorber todos los superpoderes de los demás. Y es que el superpoder de que te hagan otros el trabajo, y más cuando se trata de un supertrabajo, merece una consideración especial.
Y ahora es tu turno. ¿Qué superpoder tendrías tú? No vale escoger el de hacer puzzles con los ojos cerrados.
Aquí puedes aprender sobre los orígenes y la historia de los superpoderes.
Para ver una lista de todos los superpoderes existentes y los superhéroes (o supervillanos) que los poseen, mira este enlace (inglés). O si eres más visual, lo mismo pero en versión infográfico.
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