Polinesia o la tierra de las múltiples islas

Tanto si acabas de regresar de vacaciones como si hace semanas que ya no hay un dobladillo en el rollo de papel de baño y vuelves a ser tú quien hace la cama, seguro que el verano se te ha pasado demasiado rápido y estás deseando volver a ponerte las chancletas. ¿Te imaginas en una playa de arena blanca, frente a un mar azul turquesa, sin señoras llamando a gritos a Kevin José para que venga a ponerse el protector solar? Una playa sin mosquitos, sin niños jugando a la pelota al lado de tu toalla y a la que no tienes que llegar tres horas antes para conseguir sitio. Este lugar existe y aunque como peaje tienes que cruzar varios aeropuertos y diferentes zonas horarias, el paraíso bien lo merece. Bienvenido a la Polinesia Francesa.

La Polinesia es un grupo de casi mil islas situadas en el centro y en el sur del océano Pacifico. Una especie de triángulo de 30 millones de km2 con sus vértices en Hawái, Nueva Zelanda y la Isla de Pascua. La Polinesia Francesa, a la que pertenecen islas como Tahití y Bora Bora, forma parte de este territorio y comprende cinco archipiélagos y unas 118 islas. Aquí no hay insectos ni serpientes venenosas. Incluso los turistas escasean; Hawái recibe en 10 días el mismo número de visitantes que esta parte del mundo en todo un año y un típico hotel de Las Vegas tiene más habitaciones que estas islas de la Francia de ultramar. Un lugar donde más de la mitad de la población tiene 20 años y que tiene la única bodega en un atolón de coral: Vin de Tahití.

Dos tercios de su población son polinesios puros, y el resto son polinesios mestizos, europeos y asiáticos, especialmente chinos (un 10%). Estos últimos son los que monopolizan la venta al detalle y cuando los tahitianos hablan de ir de compras lo llaman “ir a China” o “ir a los chinos”. Seguro que sabes de qué hablamos. Y hablando de hablar, el alfabeto tahitiano solo tiene 13 letras: a, e, i, o, u, f, h, k, l, m, n, p, w. A ver quién es el listo que se atreve a construir una frase. Te chivamos una que te hará quedar muy bien cuando estés allí el próximo verano: “E fanauhia te tā’āto’ara’a o te ta’atātupu ma te ti’amā e te ti’amanara’a ‘aifaito”, o lo que es lo mismo “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.

Pero “ir a los chinos” no es lo único que tenemos en común con los polinesios. Si nosotros nos referimos a “radio macuto” para denominar a los que se dedican a comentar las vidas de los demás, los polinesios también le dan nombre de radio a este fenómeno, pero en su caso es una emisora más tropical: “radio coco”.

Verás que delante de las casas hay una especie de buzones de los que los tahitianos nunca sacan cartas, para eso tienen que ir a la oficina de correos, faltaría más. Lo que estos polinesios recogen de sus buzones son… ¡barras de pan! Tienen reparto de pan a domicilio dos veces al día. En algo se tiene que notar que son franceses.

Del mismo modo que existen países en los que se castiga a las parejas que tienen hijas, hay otros en los que si no las tienen, las inventan. Y este es el caso de la Polinesia Francesa, donde antiguamente las familias que no tenían niñas vestían al menor de sus hijos de mujer. A los travestis se les denomina «rae rae» y siguen siendo respetados y bien considerados socialmente. Suelen trabajar cara al público, en hoteles, restaurantes y espectáculos de baile.

En la Polinesia Francesa también encontrarás mucho amor. A Bora Bora se la conoce como “La isla romántica” aunque su nombre significa “primogénito”. A la isla de Moorea se la conoce como “La isla del amor” a pesar de que su nombre en tahitiano significa “lagarto amarillo”. La conexión entre sus nombres y sus apodos se nos escapa pero lo que sí sabemos es que si has visto la película Todo incluido (Couples Retreat) ya tienes una idea de lo qué te espera en Bora Bora. Este film no solo se rodó en la isla, sino que además, el complejo hotelero que aparece en ella es real: el St. Regis Bora Bora Resort. Y si has prestado atención durante este post, debería estar asaltándote una duda: ¿si en su idioma no existe la letra b, cómo es posible que una de sus islas se llame Bora Bora? Pues muy sencillo. Originalmente no se denominaba así. Su nombre real era Pora Pora, pero los primeros colonos, suponemos que medio groguis por el largo viaje, no entendieron bien a los nativos y la p se convirtió en b.

Y si no puedes esperar al verano que viene, ponte la prenda oriunda de estos lares, o lo que es lo mismo, un pareo, y juega a ser Paul Gaugin, quien abandonó familia y carrera como corredor de bolsa para mudarse a la Polinesia Francesa. No te garantizamos un legado pictórico como el suyo, pero puedes empezar montando nuestro puzzle dedicado a estas islas y el resto ya se verá. Y como dicen en tahitiano, ¡nana!

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