Dormir es uno de los procesos más apasionantes y repleto de incógnitas que realiza el cerebro humano de manera cotidiana. Aunque es verdad que pasamos casi una tercera parte de nuestra vida durmiendo, no todo ese tiempo estamos soñando. Estudios demuestran que tenemos sueños únicamente en ráfagas de varios minutos, lo que supone un total de unos 6 años de nuestra vida.
Los sueños constituyen una parte vital e irremplazable de lo que significa ser humanos; por ello es un tema recurrente reflejado en la historia, en la mitología y en la religión. Pero aunque todas las personas sueñen y sea algo del día a día, es un campo repleto de dudas y curiosidades:
- Mientras dormimos solo una parte del cerebro deja de funcionar: la parte lógica. Es por eso que los sueños adquieren a menudo toques de irrealidad.
- Para que el cuerpo no exteriorice lo que está soñando con movimientos, el cerebro envía señales a la médula espinal para paralizar los miembros de forma temporal. Lo único que se mueve mientras soñamos son los ojos, en la fase conocida como REM.
- Durante la fase REM, el registro eléctrico del cerebro es muy similar al que se alcanza cuando estamos despiertos. Ahí justamente es cuando comienza el sueño.
- Aunque nos da la sensación de que son más largos, los sueños suelen durar entre 10 y 30 minutos. A lo largo de una noche podemos tener hasta 6 sueños de manera independiente.
- Solo si nos despertamos durante la fase REM seremos capaces de recordar el sueño que estábamos teniendo, y los anteriores son borrados.
- Aunque son muchas las dudas de por qué soñamos, todo parece indicar que este proceso tiene un papel muy importante en la consolidación de la memoria. Pasar una noche sin soñar, hace que recordemos más vagamente los recuerdos. Estudios neurocientíficos actuales opinan que los sueños son retazos de memoria del día anterior que deben ser liberados para decidir si mantenemos ese recuerdo al día siguiente o no. Es por eso que mientras soñamos se nos presentan situaciones e imágenes que no tienen por qué tener relación entre sí. Esto explica el porqué a menudo podemos ver a personas reales de nuestro entorno en lugares imaginarios y en situaciones inverosímiles.
- Pero seguro que si Sigmund Freud escuchara estas afirmaciones no estaría de acuerdo para nada. Y es que el neurólogo conocido como el padre del psicoanálisis afirmaba que los sueños expresan los deseos más prohibitivos de cada persona y que necesitaban ser interpretados para indagar en los problemas psicológicos de cada uno.
- Para algunos psicólogos existen dos tipos de sueños: el primero es el encargado de representar una clasificación de los contenidos vividos en el día; es decir, un poso de sedimentos que no tiene mucha trascendencia. Luego están los sueños más relevantes, aquellos que vienen acompañados por una reacción emotiva (felicidad, tristeza, rabia…). Estos son los que sí tienen un significado. Según estudiosos de la materia, como la psicóloga Linda Blair, son intentos de abordar temas de nuestras vidas que no hemos sido capaces de resolver de forma consciente: “Viajan a nuestro inconsciente para que los trabajemos desde allí, donde no nos distraen ni angustian tanto”.
Muchas son las teorías sobre esta fascinante área. Desde los pueblos primitivos, pasando por Freud, y hasta los estudios más modernos y actuales, algo tendrán los sueños cuando nadie puede dejar de tenerlos.