El monte Fuji es la cima más alta de Japón y uno de los iconos más conocidos del país del sol naciente. Es un cono volcánico perfectamente simétrico, como si la naturaleza no hubiera querido estropear la armonía y perfección del paisaje japonés. Esta montaña mide 3.776 metros de altura, y aunque es el pico más elevado de todo Japón, seguro que se siente acompañado ya que el 80% del territorio de este país es montañoso.
Subir a lo alto de este monte es el sueño de muchísimos japoneses, que buscan ver la salida del sol desde la cima de la montaña. Los que quieren cumplir su objetivo solo pueden hacerlo en los meses de julio y agosto, época en la que el monte está abierto al público.
Pero no siempre este paraje nacional, que además es Patrimonio de la Humanidad, permitió el acceso a todo el mundo. Hasta 1832 el acceso a las mujeres estaba prohibido. Fue en ese año cuando una mujer, disfrazada de hombre, rompió las reglas y subió la montaña.
Cuentan que la primera persona que llegó a la cima del monte Fuji fue una deidad conocida como Konohanasakuya-hime, hija del dios de los volcanes y símbolo de las flores del ciruelo.
El monte Fuji se originó hace unos 10.000 años por la unificación de dos volcanes anteriores. Si bien es cierto que está considerado como un volcán activo, la última erupción data de 1707. Una de las más recordadas es la que tuvo lugar en el año 864, y que duró nada más y nada menos que 10 días. La zona de lo que es Tokio en la actualidad y sus alrededores quedó cubierta de cenizas.
El monte Fuji, que es el símbolo del país, también tiene su lado oscuro. Y es que son muchas las personas que escogen como escenario para suicidarse a Aokigahara, un bosque frondoso a los pies del monte conocido como Mar de Árboles. El gobierno local declara que desde 1950 se han hallado alrededor de 500 cadáveres, de los que la causa principal de la muerte es el suicidio. Con una media de 73 muertes al año, no es de extrañar que en la zona se puedan ver numerosas señales y anuncios con mensajes en varios idiomas para ayudar a las personas que piensan en suicidarse a buscar ayuda antes de dar ese paso. Se cree que parte de la atracción que genera es morir a los pies del sagrado monte Fuji.
Históricamente, ha sido siempre un lugar sagrado de culto a los dioses de la naturaleza (kamis), venerados en el sintoísmo, religión nativa de Japón. Visible desde Tokio, este monte ha sido representado en numerosas manifestaciones artísticas, como las famosas pinturas de los artistas Hokusai y Matsuo Basho.
En la cultura actual, el monte Fuji es considerado un lugar energético en donde confluyen energías espirituales positivas; por lo que es una visita obligada para todos los japoneses al menos una vez en su vida.