Hoy en día resulta de lo más habitual que la gente tenga su cuerpo decorado con tatuajes. Para algunas personas poseen un significado profundo, espiritual o son el recuerdo de un ser o acontecimiento que ha marcado sus vidas. Para otras, forma parte de una tendencia o estética concreta, y hay quien simplemente busca embellecer su piel. En resumen, es una cuestión muy personal y depende de cada uno.
Hay diversos estilos de tatuajes, entre los que destacan, entre otros: tribal y maorí (predominan las líneas, los símbolos y se usa la tinta negra), old school (herencia de los marineros, destacan las tintas de colores planos y brillantes, líneas gruesas y los motivos suelen ser marineros, como las anclas o las sirenas, las golondrinas, y mujeres voluptuosas), new school (deriva del estilo anterior, pero su técnica es mucho más depurada, hay degradados y las temáticas son más variadas), japonés (destacan los samuráis, carpas Koi, cerezos y geishas, entre otros), realista (son retratos, animales, personajes célebres o películas).
También hay tatuajes usando solo tinta negra que alcanzan su profundidad a través del trabajo de sombras, y tatuajes a todo color con los que, gracias a la evolución de las tintas, se logran colores muy vivos y llamativos que antes eran impensables. Ahora incluso se hacen tatuajes con tintas blancas mucho más discretos y similares en resultado a las escarificaciones (técnica un poco más agresiva).
Otras tendencias actuales son las frases en diversos idiomas o dialectos (incluso en lenguas inventadas, como el élfico). El cómic y el graffiti también han tenido una gran influencia en el mundo del tatuaje y muchos son los que portan referencias de estos estilos en su piel. En definitiva, para gustos los colores, pero ¿alguna vez te has preguntado de dónde viene esta costumbre? ¿Cuándo empezó la gente a tatuarse? Hemos estado investigando y vamos a contarte la historia del tatuaje.
Hace poco tiempo, concretamente en 1991, gracias a un resto neolítico hallado en los Alpes, pudo determinarse que los primeros tatuajes empezaron a hacerse entorno a los 7.000 y 4.000 años antes de Cristo. Al menos, el cuerpo de este hombre momificado, conocido como “el hombre de hielo” y con restos de tatuajes en su piel (exactamente 57 tatuajes en su espalda), es el registro más antiguo del que se tiene constancia. Así que tatuar es, sin duda, una costumbre muy antigua, casi tanto como la existencia del hombre.
Antes de este hallazgo prehistórico, se pensaba que los primeros tatuajes se originaron en el Antiguo Egipto. Momias como la de Amunet, portaban en su cuerpo símbolos de importantes rituales religiosos de la época, y solo al alcance de aquellos que estaban muy cerca de los Dioses, por tanto los tatuajes eran una marca de estatus y estaban cargados de simbolismo espiritual. Como dato curioso, en el Antiguo Egipto se cree que lo de tatuarse era cosa sobre todo de las mujeres.
En las culturas germánica y celta, los tatuajes tenían una simbología bélica. Por el contrario, los aztecas tatuaban sobre todo a los más pequeños para rendir pleitesía a sus dioses (como por ejemplo a Quauhtli). Otras tribus de Sudamérica también se tatuaban, pero no eran marcas permanentes, sino que utilizaban pigmentos naturales fabricados a base de flores y aceites vegetales.
En civilizaciones como la romana y la griega tuvo otro significado muy diferente y un tanto negativo, ya que los tatuajes se usaban como una marca, un estigma que acompañaría de por vida a los criminales y delincuentes. Quizá por ello, también fueron los primeros en inventar técnicas de eliminación de tatuajes, para no ser señalados como hombres de mal vivir hasta el fin de sus días.
Pero si ha habido una cultura con una arraigada tradición de tatuarse, esa ha sido sin lugar a dudas la polinesia. De hecho, la palabra tatuaje proviene del idioma samoano que se hablaba en aquel territorio; tátau significa “marcar o golpear” y hace referencia a la técnica polinesia que consiste en ir golpeando la aguja (hecha de madera y de huesos) sobre la piel.
Las tribus polinesias comenzaban a tatuarse a edades muy tempranas y esta tradición se extendía hasta que el cuerpo quedaba completamente cubierto de tinta. La idea era llegar a la vejez con el cuerpo totalmente tatuado, ya que en caso contrario creían que al morir el alma quedaría desamparada y no encontraría el camino a la inmortalidad. Los tatuajes, por tanto, aportaban estatus a quien los llevara y cuanto más tatuado estaba un miembro de la tribu, más respeto merecía. Además, los maoríes usaban los tatuajes como parte de una estrategia bélica y les servían para espantar a los rivales en las batallas. La técnica de tatuar fue evolucionando, mejorándose los trazos y la variedad de formas geométricas, y pasaron a utilizarse también para diferenciar a unos individuos de otros, o como señal de paso a la edad adulta.
Desde el siglo X a. C, aproximadamente, el tatuaje llegó a Asia, y tuvo un importante calado en China, India y Japón. Concretamente en Japón tuvo mucho auge y fue usado como decoración corporal entre la burguesía y la clase alta nipona. Aunque también tuvo un significado similar al de Grecia y Roma, ya que se usó para señalar a los delincuentes y malhechores. Dentro de la yakuza (la famosa mafia japonesa), los tatuajes adquieren gran relevancia, ya que dan a conocer detalles muy importantes como el rango que tiene esa persona, el clan al que pertenece y su lema, o incluyen figuras que hacen referencia a su origen samurái, como los dragones. La mayor parte de los integrantes de la yakuza comienza realizándose un pequeño tatuaje que van ampliando hasta abarcar partes completas del cuerpo. Es una manera de identificar a los miembros de esta organización criminal.
Al otro lado del mundo, en occidente, religiones como el catolicismo otorgaron al tatuaje una pésima reputación. Durante la época medieval se prohibieron totalmente. El cuerpo era considerado propiedad de Dios y los tatuajes eran un sacrilegio, un atentado al templo del Altísimo.
Esta creencia se extendió durante bastante tiempo, prácticamente hasta que los marinos que hacían las rutas marítimas comerciales se toparon con las culturas y tribus polinesias y aprendieron el noble arte del tatuaje que allí tenían. Los marinos se tatuaban unos a otros durante las travesías en barco, de ahí que los tatuajes con motivos marítimos posean una larga tradición. Se atribuye a la tripulación del capitán James Cook (1769) el haber extendido esta práctica, no solo entre los marinos sino también a los puertos donde iban parando, hasta su llegada a occidente.
Martin Hilderbrant, un inmigrante alemán, es considerado el primer tatuador profesional de Estados Unidos. Durante la Guerra Civil Americana, tatuó a miembros de ambos bandos. Esta práctica todavía se realizaba a mano y no fue hasta 45 años después, en 1891, cuando vio la luz la primera máquina tatuadora eléctrica, que fue patentada por el tatuador de origen irlandés Samuel O’Reilly. Desde ese momento, los tatuajes fueron algo más propios de la gente de mal vivir y de los artistas de circo, así que no gozaban de muy buena fama.
No fue hasta las décadas de 1960 y 1970 cuando los tatuajes vivieron un resurgimiento gracias al movimiento hippy. Desde ese momento, los tatuajes han ido extendiéndose hasta la época actual.
Ahora que ya hemos hecho un repaso del significado de los tatuajes en el pasado, vamos a hablar del presente, de la actualidad. Para ello hemos tenido la suerte de poder preguntar a un gran artista tatuador que viaja por todo el mundo tatuando a millones de personas, Sins Entido, para comprender de primera mano lo que significa el mundo del tatuaje hoy en día.
“Los tatuajes son protecciones, recuerdos o simplemente pura estética. Tatuar significa un compromiso, una energía, un ritual y también es un negocio. Existen muchas vertientes, multitud de estilos diferentes y tipos de creadores. El mercado actual está un poco contaminado, incluso corrompido, pero también guarda mucha pureza. A veces el exceso de información crea monstruos sin códigos que quieren ser estrellas y no saben ni respetan todo lo que conlleva. Todos quieren ser estrellas, pero pocos brillan con luz propia. Desde los siglos pasados hasta ahora se han invertido los valores, los tatuadores antiguos tenían más respeto por lo que hacían. Menos información es sinónimo de mayor pureza en este sentido. Dibujar con agujas no es ninguna tontería, estás modificando el cuerpo de una persona, y eso es una gran responsabilidad, el grado de compromiso que se adquiera es lo que marca la diferencia. Mientras se sea sincero con el trabajo de uno mismo todo está bien. Además, ser un profesional del tatuaje conlleva unas enseñanzas y una educación, además de una pasión, ya que el arte es un sinónimo de amor. En conclusión, ser profesional requiere trabajo duro, esfuerzo, pasión, resistencia y mucha fe.
Si aún no te decides por qué tipo de tatuaje hacerte, siempre puedes ir montado este puzzle mientras te lo piensas…