Un día, Keith Richards, el de los Stones de toda la vida, llamó a Javier Limón, también productor de toda la vida de Paco de Lucía, para probar una guitarra flamenca. En esta conversación estaban cuando Keith le confesó Javier que lo que de verdad, de verdad le gustaría sería hacer un dúo a dos guitarras con Paco. Cuando el productor, cargado de entusiasmo mitómano, se lo propuso a su producido, de Lucía lo miró y dijo: “Pues no pega, ¿no?”. Y ahí se quedó el dúo. El mismísimo Richards declaró: «Decís que soy una leyenda de la guitarra. No tenéis ni idea. Solo hay dos o tres guitarristas que se puedan considerar leyenda. Y por encima de todos ellos está Paco de Lucía.»
Aunque no lo parezca, no vamos a hablar del genio de la guitarra española que nos ha dejado hace unas semanas, sino del instrumento que en sus manos dejaba de ser palosanto de la India y se convertía en un atajo al espíritu del hombre.
Va por ti, Paco.
Dos hipótesis explican los orígenes de la guitarra. Una le atribuye principios grecorromanos: a la cítara introducida en la península ibérica en el año 400 por el imperio romano se le habría añadido un mango y de ahí habría nacido la guitarra. La segunda hipótesis considera a los árabes los responsables al introducir en la Península un instrumento similar a la guitarra (la ud árabe) durante la invasión musulmana.
Sea cual fuere el origen, lo que sabemos de cierto es que el prototipo de lo que hoy conocemos como la guitarra española no apareció hasta el siglo XIV. El pueblo llano utilizaba este instrumento para acompañar sus canciones y bailes, mientras que la aristocracia prefería la vihuela. Cuando a esa guitarra primigenia de la plebe se le añadió una quinta cuerda ese instrumento empezó a progresar musicalmente.
A finales del siglo XVI, la música de contrapunto inició su declive y la guitarra de cinco órdenes comenzó a ganar adeptos y acabó imponiéndose como modelo en toda Europa gracias, en parte, al éxito de la obra “Guitarra española de cinco órdenes, la cual enseña de templar y tañer rasgado” de Joan Carles Amat. En el siglo XVII, la nueva guitarra pasa a convertirse en un instrumento de moda en los círculos musicales europeos y a partir de entonces empieza su verdadero progreso, especialmente en Italia y Francia.
A lo largo del siglo XVIII, e incluso principios del XIX, las condiciones técnicas y sonoras de la guitarra mejoran considerablemente y ya adquiere muchas de las características de la guitarra actual. Se le añade la sexta cuerda, se sustituyen los órdenes dobles por simples, aumenta su tamaño y disminuyen las escotaduras de la caja. Se implanta el clavijero metálico y se extienden los trastes hasta la boca de la guitarra. Estas mejoras, así como una mayor reputación del instrumento, hicieron que a finales del siglo XVIII la guitarra se empezara a utilizar en la música de cámara siendo finalmente aceptada como instrumento de concierto en la primera mitad del siglo XIX.
En el siglo XIX, hay que destacar al lutier Antonio Torres Jurado, que perfeccionó la forma estructural de la guitarra. Diseñó el sistema de refuerzo con varas de madera en abanico en el interior aumentando así el tono y el volumen para los conciertos en grandes auditorios, a la vez que acrecentó el tamaño del instrumento y redujo el grosor de la tapa.
Sin embargo, al que se considera el padre de la guitarra española contemporánea es a Francisco Tárrega. Además de componer “Capricho árabe” o “Recuerdos de la Alhambra” y adaptar obras de Beethoven, Mozart o Bach, también perfeccionó las reglas académicas de la guitarra clásica, la forma de sujetarla, el posicionamiento de manos y dedos, la manera de pulsar las cuerdas y la postura ideal del intérprete, ente otras cosas. Además, introdujo el uso de la banqueta para apoyar la pierna sobre la que reposa la guitarra creando así una escuela a la que se adscribieron los grandes intérpretes del siglo XX. La guitarra que todos conocemos hoy en día es casi idéntica a ese instrumento del XIX y no se ha introducido ningún cambio significativo desde entonces.
España se considera un referente en la fabricación de guitarras y la elaboración de las mismas se ha convertido en tradición de generaciones para varias familias como los Ramírez, los Hernández o los Arias.
Te dejamos con un concierto que dieron John McLaughlin, Larry Coryell y Paco de Lucía en 1979. Puntos extra si eres capaz de seguir los movimientos de sus dedos con tus ojos.