Ya sabemos que en los puzzles, como en muchos otros pasatiempos, hay diferentes niveles de dificultad. Esto permite que puedan adaptarse a la edad o capacidades de cada persona.
A la hora de escoger uno, es muy útil atender a la recomendación de edad aportada por el fabricante y que nos dará una idea de si estamos dando en el clavo con nuestra elección. Además, es importante que el puzzle sea apropiado para evitar que el niño se frustre y se canse, porque entonces no querrá volver a repetir la experiencia de montar un rompecabezas, y esto no es una buena opción, porque como ya sabemos, hay un montón de motivos por los que los niños deben hacer puzzles tanto a nivel mental y emocional, como a nivel físico. Y que, participando con ellos en el montaje de los rompecabezas podemos hacer que ejerciten la mente y desarrollen su memoria, su mentalidad analítica, espacial y lógica.
Podemos introducir a los pequeños en el apasionante mundo de los puzzles desde una edad bien temprana. Al año y medio o 2 años ya pueden encajar las piezas de los más sencillos.
En este momento, los puzzles les ayudaran a:
- Favorecer la discriminación visual,
- la coordinación manual
- y la visión espacial.
De los 2 a los 4 años, podemos añadir cierta complejidad:
- Puzzles en los que diferencien colores
- y formas
También hasta los 5 años, son ideales los rompecabezas de primeros encajes:
- Piezas más grandes.
- Más gruesas y más fáciles de manipular: Estimulan la fijación de la atención así como el desarrollo de la psicomotricidad, la curiosidad y la imaginación.
Poco a poco podemos ir aumentando la dificultad:
- Escogemos puzzles con mayor número de piezas.
- En lugar de puzzles con colores planos que permiten delimitar más fácilmente las áreas del dibujo, podemos elegir imágenes con tonos degradados que hagan un poco más compleja la experiencia.
- Piezas más pequeñas.
Pero siempre debemos recordar que no tiene sentido tratar de montar puzzles que estén fuera del alcance del niño o niña. Además, lo importante es montarlos con ellos, generando un interés y no presionando ni dramatizando. Será un momento valiosísimo en compañía mutua, en el que compartir reflexión, emoción, motivación y, sobre todo, una gran satisfacción al terminar con éxito el puzzle.
A partir de los 12 años de edad, o incluso antes si el niño o niña ha ido montando puzzles y ha adquirido cierta destreza, es el momento de pasar al siguiente nivel y atrevernos con los puzzles 3D, sin duda un reto divertido y apasionante.
Pero la cosa no queda aquí, a partir de los 12 años, podemos seguir disfrutando, aprendiendo y desarrollando nuestras habilidades, porque, como ya hemos visto en otras ocasiones los puzzles son un magnífico pasatiempo a cualquier edad, porque nos ayudan a ejercitar nuestro cerebro y, además mejoran nuestra capacidad de concentración.
Y, si a pesar de que has seleccionado el reto adecuado, se te resiste alguna pieza (que a todos nos ocurre alguna vez), siempre viene bien seguir estos prácticos consejos.
¡A disfrutar puzzleando!