Everybody’s gone surfin’, surfin’ U.S.A. O eso cantaban los Beach Boys allá por los años 60. El surf ha sido musa de muchas canciones, películas y series de televisión y algunos incluso defienden que fue la inspiración que impulsó al presidente estadounidense Thomas Jefferson a añadir “la búsqueda de la felicidad” como uno de los derechos inalienables que aparecen en la Constitución norteamericana. Hoy en día el surf es, además, una industria multimillonaria. Pero, ¿cómo empezó todo?
Todo, es decir, el surf, empezó en la Polinesia occidental aunque algunos investigadores proclaman que en Perú ya lo practicaban los pescadores hace más de cuatro mil años como modo de volver a la costa después de sus salidas.
Sea como fuere, la teoría más aceptada acerca de los orígenes del surf dice que se desarrolló hace tres mil años durante los procesos migratorios de la población polinesia de Sumatra en Indonesia, extendiéndose así por las Fiji, las Marquesas, Tahití y finalmente Hawááii. Esto lo convierte en uno de los deportes más antiguos del mundo.
Sus practicantes primigenios eran pescadores que descubrieron que podían mejorar su eficiencia si pescaban subidos a una tabla y montaban las olas para adentrarse en el mar y volver a la costa. De ahí a convertirse en una forma de entretenimiento solo hizo falta que transcurriera algo de tiempo. Aunque no hay registros de la fecha exacta en la que el surf paso a convertirse en un deporte, sí se sabe que en el siglo XVla realeza de las Islas Sandwich era una gran practicante de he’enalu (que en hawaiano antiguo significa algo así como “deslizarse por las olas”).
Los únicos hawaianos a los que se les permitía hacer surf pertenecían a la clase alta y sus practicantes obtenían mayor reputación cuanto mayor era su destreza sobre la tabla. Por aquel entonces ya habían desarrollado sus propias tablas, oraciones, materiales (madera) y herramientas. Básicamente usaban tres tipos de árboles para las tablas y antes de su construcción un chamán realizaba un ritual religioso. A continuación, el encargado de construir la tabla de surf excavaba la tierra alrededor del árbol y en la parte de las raíces colocaba un pez a modo de ofrenda a los dioses por arrancar el árbol.
Los primeros escritos en los que se menciona el surf los encontramos a finales del siglo XVIII con la llegada a Tahití de los europeos cuando el capitán James Cook relata esta curiosa costumbre polinesia de montarse en una tabla sobre el agua como forma de diversión. Sin embargo, un siglo más tarde el interés por el surf había desaparecido casi por completo y solo lo practicaban unos pocos nativos de la isla de O’ahu. Aunque algunos afirman que esto fue debido a la represión de los misioneros protestantes que llegaron a Hawái, lo cierto es que el factor que más contribuyó a la casi eliminación del surf fue el dramáticodescenso de la población indígena debido principalmente a la sífilis contagiada por los europeos.
No fue hasta la aparición de Duke Kahanamoku, el padre del surf moderno y gran nadador olímpico, que el surf vivió un resurgimiento gracias en parte a la creación de un club de esta especialidad en la playa de Waikiki. A principios del siglo XX, tanto nativos de las islas como caucásicos redescubrieron las olas de Waikiki y poco a poco el interés se fue renovando. Duke era un chico de esa playa que por 1905 andaba rompiendo récords de natación como miembro del equipo olímpico norteamericano y en 1917 surfeó durante más de una milla una ola enorme y legendaria. Su tabla era de casi cinco metros y pesaba más de 57 kilos. También fue él quien introdujo el surf en países como Australia y Nueva Zelanda.
En la década de 1930, los surfistas ya se habían cansado de montar olas y empezaron a buscar formas de mejorar su equipamiento para llevar este deporte más allá. Los constructores de tablas de surf empezaron a experimentar con nuevos materiales, formas, tamaños y pesos. Tom Blake, uno de los pioneros en la reinvención de las tablas de surf, le añadió una pequeña aleta a la parte inferior que permitía cortar el agua y girar en la ola. Además, los nuevos materiales creados durante la II Guerra Mundial pasaron a utilizarse en la industria del surf y componentes como la resina, la fibra de vidrio o la cola resistente al agua permitieron mejorar las tablas y hacerlas más versátiles.
La era de oro del surf empezó en los años 50, una vez acabada la guerra, cuando la gente empezó a disponer de tiempo de ocio y la moda surfera, acompañada de películas y libros sobre el tema (sobre todo “Gidget, the Little Girl with Big Ideas” de Frederick Kohner) convirtieron el surf de deporte minoritario y elitista a moda inescapable para todos los adolescentes que vivían cerca del mar. En California, por ejemplo, el número de surferos pasó de 5.000 en el año 1956 a más de 100.000 en 1962. Si a esto le sumamos la influencia del surf en la música del momento (Beach Boys, Dick Dale and the Del Tones y Jack and Jean), estamos ante el nacimiento de un nuevo estilo de vida y una subcultura que trajo consigo la creación de toda una industria.
En los 70, las marcas de equipamiento de surf ya crecían a un ritmo agigantado y a mediados de esta década se creó el embrión de lo que hoy se conoce como la ASP (Asociación de Profesionales del Surf, por sus siglas en inglés). De ahí al streaming de vídeo de los eventos surferos, solo hay un paso y unos cuantos campeonatos en lugares como G-Land (Indonesia), J-Bay (Suráfrica), Mundaka (España), Tavarua (fiji), Teahupoo (Tahití) o Trestles (California).
Mahalo 🙂
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