“Ahora que tendré más tiempo me pondré a ello”. Esta frase es todo un clásico del verano y se puede aplicar a casi todo: leer las novelas que se amontan en la estantería, vaciar y limpiar los armarios de la cocina, practicar repostería casera y, por supuesto, volver a hacer puzzles.
Si estás pensando en aprovechar el tiempo libre del verano para —entre otras cosas— hacer un puzzle quizás estas sugerencias te sirvan como guía para escoger una imagen que te motive y te ayude a superar la canícula.
Dulces, 500 piezas. Aunque los que se muestran en la imagen sean de chocolate y caramelo, lo primero que nos viene a la mente al ver este rompecabezas es uno de los placeres más simples y extendidos del verano: degustar un helado a cualquier hora del día. No hay mejor manera de iniciar esta recopilación de puzzles veraniegos que con la refrescante sensación de un cucurucho bien cargado con una, dos o tres bolas de helado.
Entre glicinas, 1.000 piezas. Vicente Romero Redondo es un pintor español nacido en Madrid en 1956 y afincado actualmente en la Costa Brava. Precisamente la luz del Mediterráneo constante en su obra nos traslada a veranos brillantes y soleados, y a imágenes llenas de vida, como este patio bucólico inundado de glicinas. Romero es un maestro de la pintura al pastel y su obra se ha expuesto en países de todo el mundo.
Atardecer en Maui, 1.500 piezas. Una de las ventajas de hacer puzzles es que, como en el caso de la lectura, nos permite viajar con la imaginación a cualquier parte del mundo, como a Maui, una de las islas del archipiélago de Hawái. Cuenta la leyenda que el semidiós Maui creó las islas pescándolas del fondo del mar, como quien va recogiendo piezas para encajarlas una tras otra. Los tonos cálidos de esta imagen parecen evocar una tarde calurosa, quizás como homenaje a los dos volcanes que presiden el perfil de la isla.
La rendición del verano, 2.000 piezas. Todo lo que empieza, acaba, y el verano no es una excepción. La noche va ganado terreno al día y el final de la estación, que llegará con el equinoccio de otoño, trae consigo escenarios espectaculares como el de este rompecabezas con las montañas de Bishop (California) recortadas sobre un cielo rojizo.
Ámsterdam, 3.000 piezas. Otro clásico del verano: los paseos en bicicleta. Y cuando hablamos de un lugar en el mundo en el que las dos ruedas movidas por tracción humana le disputen el espacio a los vehículos a motor, nos estamos refiriendo a los Países Bajos, el país del mundo con más bicicletas por cápita. Por las calles de su capital circulan casi un millón de bicis, lo que supone el 40% de los desplazamientos de tráfico. Si quieres saber un poco más sobre la estrecha relación de Ámsterdam con las dos ruedas, no te pierdas este artículo.